El laberinto del modelo polideportivo

Las secciones del Barça languidecen en pleno éxito del fútbol

El Palau, gran estandarte del relato ‘nuñista’ y foco de tensión en la primera etapa ‘laportista’, es, de nuevo, un nido de descontento deportivo y social por los recortes

MULTIMEDIA | Radiografía de las secciones del Barça, una a una: presupuestos, éxitos y fracasos

Los componentes de la sección de baloncesto visitan las obras del Spotify Camp Nou, con Joan Peñarroya (entrenador), Josep Cubells (directivo responsable) y Juan Carlos Navarro (manager) al frente.

Los componentes de la sección de baloncesto visitan las obras del Spotify Camp Nou, con Joan Peñarroya (entrenador), Josep Cubells (directivo responsable) y Juan Carlos Navarro (manager) al frente.

Marcos López

Marcos López

Barcelona
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El Palau Blaugrana está ya muy viejo. Construido en 1971 y camino de entrar ya en la tercera edad sin que se atisbe, ni siquiera a largo plazo, un nuevo templo para acoger a las secciones profesionales del Barça, vive un momento delicado. A su lado se alza un moderno y atractivo Camp Nou, mientras el viejo Palau, dotado de un alma singular capaz de crear atmósferas mágicas, anda sumergido en una crisis que no es únicamente coyuntural. 

La enorme grieta económica provocada por la pandemia ha afectado de tal manera a la entidad, que tuvo que introducir, coincidiendo con la llegada de Joan Laporta a la presidencia (marzo de 2021), grandes recortes en los presupuestos del baloncesto, balonmano, fútbol sala y hockey sobre patines. Son tiempos de austeridad que minimizan y dañan de forma directa a los proyectos deportivos generando, al mismo tiempo, una fuerte discusión social.

Además, la inversión es cada vez menor porque las cuentas de las secciones impactan, y de manera directa, en el fair play salarial, lo que penaliza la singularidad del Barça como club polideportivo. El Palau, que fue un síntoma de salud del club en la época nuñista, a la vez que foco de tensión en la primera etapa laportista, es de nuevo un nido de descontento deportivo y hasta social.

Es algo cíclico y, a la vez, hasta perverso. Cuando el fútbol funciona de maravilla -el Barça de Flick es hegemónico en España y en Europa, llevando más gente que nunca a Montjuïc- las secciones entran en un peligroso declive. 

Mirotic, en un partido con el Barcelona.

Mirotic, en un partido con el Barcelona. / EFE

Basta ver el baloncesto, que ha pasado del lujo y el derroche ejemplificado en la figura de Mirotic y Jasekivicius a la austeridad –ni un fichaje pese a la plaga de lesiones– y los recortes. Cuando aterrizó Laporta la tijera indicó que se debían reducir todos los presupuestos en un 20%. Pero, curiosamente, ahora se están volviendo a niveles económicos previos a esas reducciones y el equipo –el cambio de Grimau por Peñarroya– no mejora. Más bien, involuciona firmando el peor registro desde que se fundó la ACB en 1982. Va séptimo en la Liga con 12 victorias y 10 derrotas, lo que delata la debilidad del equipo de Peñarroya, a quien, tal vez, la falta de dinero -no hay ni para un finiquito- le ha mantenido en el cargo arropado por la extraña gestión de Josep Cubells, el directivo responsable de este área.

Willy Hernangómez y Darío Brizuela, en el duelo ante el Joventut.

Willy Hernangómez y Darío Brizuela, en un duelo ante el Joventut. / AFP7

Por definición, las secciones han sido siempre deficitarias, algo que han ido asumiendo cada una de las directivas que han dirigido a la entidad. Pero, a cambio, han proporcionado una mirada única de lo que es y representa el Barça. Los recortes iniciales de la etapa Laporta han minimizado, sin embargo, su capacidad de crecimiento restándole potencia. No solo ha ocurrido con el baloncesto sino también con el fútbol sala, eliminados de la Copa del Rey y desaparecidos de la elite europea, cuyo cambio de entrenador (se marchó Jesús Velasco; llegó Tino Perez) tampoco le ha salido bien. En mayo se disputará la final four de la Champions en Le Mans (Francia) y hay dos clubs españoles en las semifinales: Cartagena Costa Cálida e Illes Balears Palma. Ni rastro, por lo tanto, del Barça, cuyo último título continental se remonta a 2022.

Tino Pérez, técnico del Barça de fútbol sala.

Tino Pérez, técnico del Barça de fútbol sala. / FCB

En idéntica situación se halla el hockey patines. Abandonó el banquillo Edu Castro tras siete temporadas conquistando en su adiós la Liga y la Copa del Rey y apareció David Cáceres promovido desde las categorías inferiores. La falta de estabilidad –se han sustituido todos los entrenadores en tres de las cuatro secciones– ha ido unida a la cada vez más evidente falta de dinero. 

David Cáceres, técnico del Barça de hockey patines.

David Cáceres, técnico del Barça de hockey patines. / FCB

Queda, sin embargo, el balonmano como dueño casi dictatorial de este deporte en España, además de haberse reconstruido y de la mano de Carlos Ortega, que se ha mantenido en su sitio en los últimos cinco años. Ha ganado dos Champions (2022 y 2024), por lo que se activó su cláusula para firmar hasta 2027, tras aumentar el palmarés del club con tres Ligas y todos los títulos nacionales en juego. Pero no tiene, ni de lejos, el Barça la capacidad financiera del Veszprem de Xavi Pascual, que ya ha cerrado para 2026 el fichaje del azulgrana Emil Nielsen, el mejor portero del mundo, ni se acerca a la de los clubs alemanes. El Kiel ya acordó llevarse hace un año a Gonzalo Pérez de Vargas, que ha sufrido una grave lesión que le impedirá despedirse del Palau.

Emil Nielsen en la pista de entrenamiento de la Ciutat Esportiva del FCB

Emil Nielsen en la pista de entrenamiento de la Ciutat Esportiva del FCB / FERRAN NADEU

Esa inestabilidad se traslada a los puestos ejecutivos. En junio de 2024 dejó de ser Xavi Budó el director de los deportes profesionales y tras seis meses de interinaje, asumida esa función provisionalmente por Manel del Río, ahora la junta de Laporta ha elegido a Xavi O’Callaghan. Fue nombrado en enero pasado, pero el problema persiste. No hay dinero, el fair play ahoga, los equipos no mejoran, los técnicos pasan y al Palau solo le queda su vieja alma, mientras a su lado se levanta un imponente y modernísimo Camp Nou.